martes, 5 de diciembre de 2017

Las nociones de Continuismo y Discontinuismo en los paradigmas científicos


Estudiar la historia de la ciencia presenta hoy día ciertas tensiones que introduce a quien se interesa por el tema en discusiones sobre la continuidad o la discontinuidad de los hechos científicos. Afirmar que la historia de la ciencia es lineal conlleva, por un lado, aceptar que ésta no presenta variaciones a lo largo de su curso y que además es progresiva, que se mantiene siempre fiel a sus teorías y leyes científicas; por otro lado, conlleva a la negación de hechos científicos que han dado lugar a rupturas, sean metodológicas como también conceptuales, con el modelo tradicional de la historia de la ciencia.
Lo que se busca a partir del modelo discontinuista es presentar una nueva visión del estudio de la historia de la ciencia e introducir la noción de Revolución Científica. La historia de la ciencia no sigue un curso recto y lineal en el que se presenta una confianza absoluta e ingenua en su progreso. Contrario a la visión dogmática y fiel a la autoridad intelectual, se tiene que la historia de la ciencia se forma a partir de tensiones dentro de la teoría científica que da lugar a nuevos paradigmas. 
Los historiadores de la ciencia que defendían la postura continuista afirmaban que la ciencia tenía un tránsito lineal, que avanzaba de forma segura, fija, continua y uniforme. Para los continuistas, que no admiten cambios conceptuales ni tienen en cuenta factores externos, como los que ofrece la subjetividad, el progreso de la ciencia se construye a partir de leyes inmutables (Llinás, 2007, p. 15). Tanto Pierre Duhem como Crombie, por ejemplo, defendían esta postura. Aquí, aquello que se conoce como revolución o ruptura, es en realidad una serie de cambios que se van dando de forma lenta dentro de la misma teoría científica, sin ocasionar discontinuismo, pues toda teoría conserva en su interior un discurso de autoridad que la mantiene conectada a su pasado y tradición. Si la teoría presenta tensiones, se efectúan las debidas correcciones. Esto significa que la teoría científica sea falseada.


Pierre Duhen, quien perteneció a la tradición oficial francesa que reflexionó sobre la ciencia (Llinás, 2007, p. 38), estudió alineadamente el pensamiento medieval, sea desde la física, la química y la mecánica, afirmando que entre Galileo y sus antecesores no hubo salto o corte epistemológico. Mientras que para Koyré, Galileo es precisamente el ejemplo clave de innovación científica, pues, a partir de Galileo se introduce la destrucción de la concepción científica de la Edad Media que difundía una metodología dogmática.
La respuesta que se contrapone a esta visión continuista es la discontinuista, defendida principalmente por Gastón Bachelard y Alexandre Koyré, y posteriormente T. Kuhn quien recibe influencias de este último. Esta noción se opone a la anterior por significar un estado acumulativo del conocimiento científico (Llinás, 2007, p. 17). Tanto para Bachelard como para Koyré, el progreso científico debe pensarse en términos de saltos y cortes que se dan a partir de una ruptura con la tradición intelectual. Para el primero existen rupturas epistemológicas, mientras que para el segundo cambios en el método. Es decir, el progreso científico se encuentra en un cambio de uso o manejo de los instrumentos de investigación.
La razón de ser de las rupturas epistemológicas, para Bachelard, radica en una motivación a buscar la objetividad de la misma. La objetividad es entonces el eje central de una revolución científica. Este proceso de progreso científico ocurre en tres etapas que son necesarias para que haya una ruptura, a saber: el error científico, o etapa pre-científica, a la que Bachelard asemeja con la creencia ingenua y la opinión común. La segunda etapa es la ruptura o etapa científica. La tercera etapa la denomina Revolución científica, que es cuando se crea un nuevo estado científico. Con estas etapas el autor explica la discontinuidad de la ciencia. En la medida en que se da una ruptura entre una etapa y otra -que luego él denominará obstáculo- es cuando tiene lugar un nuevo conocimiento más próximo a la objetividad del estudio científico.


Los obstáculos epistemológicos para Bachelard son aquellas causas de estancamiento (Llinás, 2007, p. 23) que no dejan dar lugar a avances científicos, sino que pretenden fijar o dogmatizar las teorías. Los principales obstáculos epistemológicos son la opinión, la experiencia común, las generalizaciones, la sustancialidad, el animismo y el pragmatismo. Superar la necesidad de que el conocimiento científico se ajuste a las necesidades del investigador o que todo conocimiento científico se dé a partir de situaciones inmediatas, es consolidar una ruptura epistemológica. (Llinás, 2007, p. 26).
Tanto Bachelard como Koyré y Kuhn, admiten que la ciencia está sujeta al devenir histórico, contrario a la visión duhemniana que buscaba universalizar las teorías científicas descartando que en éstas intervinieran factores externos. Para Kuhn, lo subjetivo juega un papel importante en la historia de la ciencia. Por otra parte, Koyré sostiene que la historia de la ciencia no puede ser vista sin considerar las estructuras sociales que subyacen alrededor de ella, dichas estructuras tienen lugar a partir de las creencias, los modos y procedimientos interiorizados en un sistema cultural. Así mismo, la ciencia se encuentra en relación con otros campos como la filosofía, por lo que el conocimiento se constituye de una interdependencia de los diversos modos de verse un sistema. Para Koyré, la filosofía y la ciencia coexisten; la asimilación de los factores externos constituye la imposibilidad que presenta el conocimiento científico para pretender tener una forma exacta y universal. El devenir histórico ofrece al científico nuevas preguntas con las que se mantendrá en una constante ruptura con su pasado intelectual. El progreso científico se entiende, para Koyré, como el salto que se da de una teoría antigua a una nueva, es decir, del error a la ciencia. Este salto se denomina corte, y tiene lugar en el método. De tal forma que el conocimiento humano evoluciona en la medida que obtiene métodos más apropiados para explicar su realidad (Llinás, 2007, p. 31). Así mismo, el método servirá para obtención de la verdad, que será cada vez más posible en la medida en que se superen más errores.
En conclusión, la historia de la ciencia no podría ser vista como un todo secuencial, principalmente porque en su curso se presentan innovaciones, sean de tipo estructural, como plantea Bachelard, sean en el método que se opone racionalmente a los conocimientos inmediatos, como propone Koyré, o bien sea a partir de cambios conceptuales, como afirma Kuhn. Así, la construcción de una teoría científica se encuentra intervenida por internalidades como externalidades; admitir que la historia de la ciencia se da con indiferencia a los sucesos históricos es suponer que el científico no tiene una realidad que le manifiesta unos conocimientos y unas necesidades de ser aprehendida.

Referencias bibliográficas 

Llinás Zurita, Fidel Alejandro. (2017). La revolución científica: Tensión entre continuismo y Discontinuismo en el estudio de caso de la teoría del Ímpetu. Barranquilla, Colombia: Universidad del Atlántico.

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